Vivimos tiempos interesantes, tiempos difíciles, que como recuerda el proverbio chino original, citado agoreramente por Zizek [1], pueden sonar a maldición. Más cuando estos tiempos se trufan de derrotas, y frustraciones, colectivas de las que nadie se libra. El mayor peligro en este contexto es la tríada encabezada por el fantasma del desencanto político, el reverso cínico (a modo de giro intelectual o político a la derecha) y la impotencia desmoralizada de los que aguantan. Pareciera que, en Europa, al menos, hay todos estos ingredientes esparcidos en una suerte de desarrollo desigual y combinado sin parangón.
La victoria abrumadora de los Tories británicos, el ascenso de la extrema derecha en Francia e Italia, el auge de Vox en España, la vía turca hacia el autoritarismo y la importante, y trascendente, derrota de Syriza, parecen haber echado por tierra el ciclo de las irrupciones indignadas.
Pero en todo ello hay dos fenómenos que, aunque menos llamativos no dejan por ello de ser importantes poleas de este cambio. Por un lado, el surgimiento de la mal llamada izquierda parda, o ese sector conocido como rojipardismo. Por otro lado, la desvinculación de la izquierda de una propuesta estratégica de cambio de orden, en un sentido constituyente, en un sentido utópico. Si lo primero es una consecuencia de un giro cínico que da lugar a una derechización de tal nivel como es pensar que la extrema derecha defiende mejor los derechos sociales. Lo segundo genera una indefensión enorme frente a las utopías reaccionarias, o mejor dicho distopías, de los adversarios.
Así que lo que se propone en este artículo es un análisis del rol fundamental de la imaginación utópica para una estrategia emancipadora que prevenga el desencanto, el cinismo y la impotencia política. Más cuando el tono derrotista que acompaña muchos análisis recientes, sobre todo a raíz de las elecciones británicas, pasan por alto aquellas pequeñas grandes esperanzas que desde distintos vectores ofrecen un material utópico persistente. Y en política no todo es asalto, también es persistencia.